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BASILIO DE LEÓN ALCANTARA UN HÉROE DE ABRIL OLVIDADO


 Por: Tirso.Medrano

Basilio De León Alcántara, es un héroe de conciencia y principios, porque pese haber sufrido una lesión permanente de su visión, su relato es conmovedor y mientras hablamos de las experiencias de la toma de la fortaleza Ozama, nos dijo: ¨ Dirocié, yo prestaba servicio en San Carlos, junto al tanquista de unos de los tanques tomados al ejercito contrario que tenía un letrero grande, de color blanco que decía: ¨PUEBLO¨, y llego el coronel Hernando Ramírez y nos dio la orden de movilizarnos en dirección a la Fortaleza Ozama, para tomarla. Ante la orden del coronel, el tanquista reacciono en oposición a la orden impartida. Ante tal actitud sobé  mi fusil y lo encañone, igual que los demás compañeros y ante tal amenaza, no tuvo más alternativa, que movilizar el tanque y al llegar a la calle Las Damas, donde recibió la orden de disparar a la muralla, con cuyo cañonazo se abrió el hueco por donde entraron las masas humanas que tomaron la fortaleza el día 30 de abril. 


Pasaron unos días y durante la ¨operación limpieza¨, -sigue diciendo Basilio-, junto a mi hermano Cecilio y un grupo de militares y civiles, nos habíamos integrado al Comando Ballina, en la calle respaldo 21, esquina Nicolás de Ovando. –El comandante era José González Espinosa- sigue narrando Basilio, cuyo nombre de guerra era ¨Guayaban¨, y el sub comandante era, Rafael Báez Pérez, alias ¨Cocuyo¨. Nos ubicamos en la calle María de Toledo esquina 14 del sector de Villa Juana.  Protegiéndonos detrás de una pared, les disparábamos a los militares contrarios y desde una casa que llamaban  ¨El Castillo¨, nos dispararon con un mortero y con la explosión caí  inconsciente en medio de la calle. En  principio creí que era la sangre que me impedía ver, y ante las ráfagas de fusiles oí la voz de mi hermano Cecilio y los demás, a quienes les dije: -¡Sigan disparando que desde el suelo, voy a servirles de trinchera! Y me tendí a lo largo, para protegerlos con mi cuerpo. Así lo hicieron y con sus fusiles eliminaron a los que nos atacaban. Después de esa acción, los compañeros me arrastraron hacia el interior de una casa y mi hermano Cecilio tomo mi  fusil y el suyo, y me protegieron. En ese momento, -continua el relato-, llego un jeep marca Land Rover con una ametralladora emplazada y dos jóvenes, el conductor llamado Julián y el otro Fellito, que  a la sazón era estudiante de medicina. ¨Totalmente inconsciente, -continúa narrando-, me llevaron en el jeep al hospital Moscoso Puello y en  vez de prestarme auxilio me tiraron en un montón de cadáveres y heridos graves.  En ese momento pasaba por el pasillo el Dr. Cedeño, moví una pierna y dijo: ¨este hombre está vivo¨ y me sacaron del montón de cadáveres y mientras limpiaban la sangre de mi rostro, le dije: ¨mire doctor, este es mi carnet de la MdeG¨. Si muero, hágaselo llegar a mi familia y le dice que yo morí por la causa del pueblo y la soberanía nacional. En ese momento llego el Dr. Alcántara y al ver mi nombre y apellidos dijo: ¨ese hombre es primo mío¨ y cuando me pusieron de pie se me atravesó una astilla de mis huesos en la garganta y vomite sangre, el Dr. Alcántara me saco la astilla, me curo y me envió a una sala del hospital¨.  Durante los días de recuperación, en el hospital se presentó una plaga de moscas, mosquitos y todo tipo de insectos, lo que dio lugar a la evacuación de todo el personal del hospital y enviarlos a diferentes hospitales de la capital, San Cristóbal, Bonao y Bani. 


Fui enviado al hospital del Seguro Social, -continuo diciendo Basilio-, y allí un doctor me saco de la habitación me bajo por el ascensor y me llevo a la sala H-1 al momento que me dijo: ¨te saque de esa sala porque te iban a matar los militares de servicio¨. Le di las gracias y al preguntarle su nombre para hoy mencionarlo en los hechos históricos que he guardado en mi mente, me contesto: ¨para mi seguridad personal, no puedo darte mi nombre, pero yo soy médico¨. 

Estando allí intentaron secuestrarme lo que le hice saber al comandante Caamaño por medio de mi esposa y logre salir de allí hasta un lugar donde Caamaño tenia alojados a todos los heridos de la guerra¨, -dijo Basilio Alcántara. 


-¨ya Caamaño había instruido para que me hospitalizaran en la clínica Dr. Abel González –continua el relato-, y durante la tarde es ese día recibí su visita. Me llevo jugo y cigarrillos y me pregunto: ¿Cómo te sientes?, a lo que le respondí: comandante, dispuesto a salir de aquí para seguir defendiendo la Patria.  Me felicito por mi coraje y valentía. Después  que el coronel Caamaño y sus acompañantes se fueron sentí una gran soledad y le pedí a unas de las enfermeras que me llevara al balcón, porque tenía calor, aunque no era tal calor, sino que quería romper el ambiente de soledad. Ya en el balcón, alguien me dice: Alcántara, y me abrazo sin decirme quien era y llorando me dijo: yo creí que te habían matado. Al fin se identificó como Rafael Toribio Pimentel, de la MdeG. De ahí en adelante se llenaba la sala de compañeros constitucionalistas. Allí permanecí hasta los acuerdos que pusieron fin a la guerra,  luego de instalado el gobierno de Balaguer,  y la salida de la mayoría de los constitucionalistas al exterior, por mediación de dirigentes del PRD y la Cruz Roja Internacional, fui enviado a la Ciudad de México a una escuela especializada en personas afectadas en sus órganos vitales, y después de más de un año, fue imposible la recuperación de mi vista, por las grandes lecciones, pero recibí entrenamientos, para usar el bastón y el sistema Braille para la lectura y la escritura y por más de 57 años he permanecido sin visión, pero mi mente y mis principios se han mantenido defendiendo las mejores causas por las cuales luche y seguiré mientras me quede el ultimo latido de mi corazón.


RELATO RECOGIDO POR EL EX HOMBRE RANA LIC. ANDRÉS DIROCIÉ MONTÁS, EN SU LIBRO TITULADO ¨ABRIL 1965. RELATOS Y VIVENCIAS DE UN HOMBRE RANA.