LLAMADO A LA UNIDAD INTERNACIONAL DESDE LA SOCIEDAD CIVIL ANTE EL COVID -19
Por Mercedes Assorati
Consultora Internacional
Hemos fracasado como mundo. ¡Empecemos de nuevo
Crónicas del COVID
La Organización de las Naciones Unidas y todas las organizaciones regionales intergubernamentales han fracasado. Ni la Unión Europea ha logrado hilvanar una polÃtica sanitaria común. No hemos aprendido la lección que nos dejó la segunda guerra mundial y la historia, con varias pandemias como muestra. En el pasado fuimos capaces de reconocer que la Sociedad de Naciones habÃa fracasado. Reconozcamos el nuevo fracaso y empecemos de nuevo, esta vez desde la sociedad civil.
La Pandemia COVID 19 que nos aqueja nos ha mostrado que, frente a una verdadera amenaza global, hemos sido incapaces de brindar una respuesta global como mundo. Cuando más lo necesitábamos, no hemos logrado ni siquiera acordar estrategias regionales comunes. No, cada paÃs se cerró en sà mismo, selló sus fronteras y se atrincheró como en la primera guerra mundial. La segunda ola de COVID-19 nos llama a reflexionar. No hay una salida nacional a la Pandemia, solamente hay una salida global.
Las organizaciones internacionales no han estado ahora, ni nunca, a la altura de las circunstancias. Luego de años de trabajar en cooperación internacional en organizaciones intergubernamentales globales y regionales, entiendo que su diseño es errado. No sólo es un fracaso el Consejo de Seguridad, que bloquea las acciones necesarias, hasta que los muertos son tantos que da vergüenza ajena no hacer nada. No, el problema radica también en la forma de financiación “Estado-dependiente” de los organismos internacionales. La mayorÃa de las organizaciones viven del gerenciamiento y administración de programas estatales, dependen de los Estados Nacionales y callan. He sido testigo de la forma en que algunas organizaciones desafÃan las opiniones técnicas de los expertos, bajo amenaza de perder el gerenciamiento de programas millonarios de los paÃses. Puedo atestiguar que alguna vez, algún jefe me ordenó actuar al contrario de lo que dictaba nuestro mandato. Doy fe que encontré corrupción al interior de algunas organizaciones. He presentado evidencias de corrupción de algún gobierno y, sin embargo, se le siguieron brindando fondos de cooperación, sin mayores exigencias. Este estado de cosas ayudó, sin duda, a la consolidación de algunos dictadores que hoy nos espantan.
En plena Pandemia, los paÃses pelean por los insumos, las vacunas y los medicamentos. Los paÃses más ricos acopian los insumos esenciales para combatir el COVID a expensas de los paÃses más pobres. Es la anarquÃa más patética y grotesca. ¿Es que algún paÃs cree que puede vencer al COVID fronteras adentro y evitar que los pueblos hambreados de los paÃses vecinos se le cuelen? ¿Es que algún paÃs cree que puede retrotraer el tiempo e impedir que los pueblos se comuniquen y se ayuden? ¿Será que volveremos al medioevo o aprenderemos de las lecciones de esos tiempos oscuros? ¿Iremos hacia atrás o daremos un paso hacia el futuro?
El panorama mundial es preocupante. Frente a la crisis humanitaria en Venezuela, no hacemos nada. Rusia avanza sobre sus vecinos y no hacemos nada. Armenia está en guerra con Azerbaijan, existe un alto riesgo de nueva masacre, y no hacemos nada. A la Pandemia del COVID, al menos en Centro y Sud América, se suma la corrupción pandémica y el narcotráfico ya desembozado. Cada vez hay más paÃses manejados por el crimen organizado. La trata de seres humanos crece y el narcotráfico se enseñorea en los primeros escalones del poder en muchos paÃses de la región. Hablamos, pero no hacemos nada.
¿Qué decir de Argentina? También anárquica, muchas provincias han regresado a una etapa preconstitucional. Nos desplazamos a 200 kilómetros por hora derechito a deshilvanarnos como Nación. Las instituciones no funcionan y las personas empiezan a tomar la justicia por mano propia. El gobierno alienta las tomas de tierras y desconoce por completo las leyes y la Constitución. Los polÃticos se enfocan en una agenda divorciada de la realidad y de las necesidades urgentes del pueblo. El ajuste recae en los más débiles: trabajadores privados formales e informales, desempleados, jubilados/as y niños/as y jóvenes. Mientras tanto, los funcionarios públicos siguen cobrando su sueldo completo, financiados por un pueblo hambreado. ¡Parece un sistema de castas!
¡Hemos fracasado como comunidad global! Empecemos de nuevo: ciudadanos del mundo exijamos a los gobiernos que recobren el sentido común. Sin una estrategia sanitaria global; sin un consistente plan mundial contra la corrupción, el narcotráfico y la trata de personas; sin un plan eficaz en defensa del medioambiente; sin una acción decidida en rechazo de las dictaduras y en favor de la paz y la libertad, todos perdemos. Aquellos que no quieren abandonar sus prebendas, deben comprender que están rifando su futuro y el de sus hijos. Tienen que ver más allá de su nariz. Sus acciones volverán como un búmeran para estallarles en la cara.
¡Ciudadanos del mundo unámonos a pesar de nuestros gobiernos, porque no hay salida sin una acción común y solidaria!