LA ESPERA
Por naturaleza nos gustan las culminaciones de las cosas. Los estudiantes esperan ansiosos llegar a graduarse. Las embarazadas finalmente tener a su bebé en brazos. Los empleados los dÃas de cobro. Son ansiosamente esperadas las vacaciones. El dÃa que nos dan de alta del hospital... y la lista serÃa inacabable. Realmente la espera nos desespera y olvidamos el tránsito, renegamos del camino con sus luchas, con sus dÃas luminosos y sus dÃas grises. Que bonito inaugurar, que dolor de cabeza edificar y luchar con los imprevistos dÃa a dÃa.
Pero la vida no está constituida por finales felices. Más bien está lleno de tiempos de espera. De largos procesos para alcanzar cualquier meta.
SerÃa terrible que viviéramos dÃa tras dÃa realizaciones sin procesos ni espera. SerÃan dÃas ordinarios sin satisfacción. Si nos entregaran a un bebé en la farmacia limpio y vestido. Es emocionante pasar esos 9 meses de espera, a pesar de los contratiempos y molestias. Hace más dulce tener finalmente el retoño en brazos.
Ir a la escuela a graduarnos, sin los años de instrucción, serÃa terrible saltarnos esos años matizados por la camaraderÃa, la lucha con el acné, los noviecitos, las vivencias que nos ponen en contacto con la realidad a través de padecimientos y goces.
Hay que esperar pacientemente. Tal vez esperas por el hijo que se fue. O tienes esperanza de una reconciliación con tu pareja. Quizá tu espera es llegar al final de ese préstamo que te deja sin recursos mes tras mes. O batallas con una enfermedad, esperando que finalmente desaparezca. Ese dÃa llegará si es propósito de Dios y si te esfuerzas por alcanzarlo.
“¡Espera en el Señor! ¡Infunde a tu corazón ánimo y aliento! ¡SÃ, espera en el Señor!”
Salmos 27:14
¡Pasemos un dÃa bendecido!